"De hospitales, yodo y dinosaurios" de María Fernanda Cossío
Apenas puso un pie en el
hospital, una enfermera se acercó a Lorenzo:
- ¡Qué gusto verlo! Veo que ya está listo, viera lo entusiasmados que están. Segundo piso, tercera puerta a mano derecha.
- Muchas gracias, disculpe el retraso, ya sabe cómo es el tráfico a esta hora. - respondió Lorenzo mientras se acomodaba la nariz, pero la enfermera había salido corriendo y Lorenzo solo había logrado escucharla decir la palabra "emergencia". Mientras caminaba en medio de un desagradable olor a yodo e isodine, los pensamientos de Lorenzo saltaban como una pelota de ping pong:
- "Al menos limpian bien este lugar. ¿Por qué no insistí más con el pago por adelantado? ¿Habrá niños de la edad de Julián? Segundo piso, tercera puerta a mano derecha. Ojalá les guste el acto del dinosaurio. ¿Para esto regresé al país? Ocho semestres de Teatro y Actuación en la UNAM para terminar de payaso en un hospital. Me hubiera quedado en México. Bueno, trabajo es trabajo. ¿Les dejarán comer los dulces que traje?"
Una vez en el pabellón infantil, Lorenzo tocó la puerta, una enfermera abrió y de inmediato vio asomarse las cabecitas de los niños. Algunos no se veían enfermos, otros tenían el rostro pálido y demacrado y unos cuantos no tenían cabello. Por un instante sintió un nudo en la garganta, algunos de esos niños eran evidentemente menores que Julián. A pesar de lo incómodo y ridículo que se sentía por estar vestido de payaso, Lorenzo pisó con firmeza y entró en personaje, it was show time.
- ¡Hola niños, yo soy Lolo y vamos a pasar una tarde muy divertida juntos!
- Te llamas como mi perro ¿por qué llamas así? ¿Tienes perros? - dijo riendo un niño de unos seis años.
- No tengo perros pero ¿sabes tú qué hace un perro con un taladro? - a lo que otro niño añadió:
- Mi papá tiene un taladro en el depósito y mi mamá se enojó cuando lo vio porque dice que mi papá bota el dinero a la basura pero yo nunca lo he visto hacerlo.
- ¿Qué es un taladro? ¿Para qué sirve eso?
- No sé, supongo que es algo para botar el dinero a la basura.
- ¡Eso no tiene sentido! ¿Acaso tu papá no sabe botar la basura solo?
Era su primer trabajo de payaso y el caos se había desatado en segundos. Los niños hablaban y gritaban sin cesar, algunos se habían puesto a saltar sobre las camas mientras veían cómo el niño del papá del taladro y otro un poco más alto se lanzaban puñetazos en el piso. Lorenzo vio a su alrededor, era el único adulto en el cuarto. Nota mental: nunca empezar con el chiste del perro. Acto seguido, sacó la bocina del bolsillo de su pantalón y el sonido hizo que los niños que voltearan hacia él.
- ¿Les gustan los animales niños? - a lo cual todos respondieron "sí" en coro, así que Lorenzo decidió probar suerte con un chiste más sencillo - ¿Saben cuál es el animal que es dos en uno?
- ¿Cuál? - exclamaron todos gritando.
- El gato ¡porque es gato y araña! - los niños estallaron en risas. Nota mental: los chistes cortos con palabras sencillas funcionan mejor.
Después del chiste del gato el tiempo pasó volando, el acto del dinosaurio fue todo un éxito y un niño experto en el tema contó que su dinosaurio favorito era el Baryonyx porque medía más que dos casas juntas.
Era curioso, sabía que el futuro de muchos de los niños era muy desalentador, pero pasar tiempo con ellos, escuchar sus ocurrencias y verlos reír de sus chistes, hizo que dejara de verlos como unas pobres víctimas de la vida y los viera como lo que eran: niños.
A las cinco, entró la misma enfermera que había abierto la puerta horas antes. Al verla, los niños le pidieron que Lolo se quedara más tiempo. Con una actitud maternal, la enfermera les explicó que no era posible porque el doctor llegaría en breve. Lolo intentó convencer a la enfermera que le diera diez minutos más y ella le explicó que a raíz del recorte de personal, los doctores debían seguir horarios muy estrictos.
Lolo se despidió de los niños, quienes le pidieron que regresara pronto y él prometió que así lo haría. Había acordado reunirse con el administrador del hospital después de su visita a los niños, así que aprovecharía la oportunidad para decirle que le gustaría ir al hospital una tarde a la semana, incluso si no le pagaban por futuras presentaciones.
Al llegar a la oficina del administrador, este lo recibió sonriente y sosteniendo un cigarrillo con la mano derecha:
- ¡Pero si es nuestra estrella! Muchas gracias por venir, las noticias en este hospital vuelan y ya me enteré que causó sensación entre nuestros niños.
- Buenas tardes, la verdad yo también disfruté mucho pasar tiempo con ellos - respondió Lorenzo asqueado por el olor a cigarrillo.
- Para nuestros niños siempre lo mejor, me habían dado excelentes referencias de usted. Antes de hablar del pago, quería robarle una foto para nuestras redes sociales ¿puede ser? - continuó el administrador mientras le daba unas palmadas en el hombro.
Lorenzo no tuvo tiempo para responder porque el administrador había sacado su teléfono mientras hablaba. Ambos posaron y se tomaron varias selfies, a Lorenzo le sudaban las manos pero su sonrisa de oreja a oreja disimulaba la vergüenza que se sentía al pensar que habría una foto suya disfrazado de payaso en las redes.
- Listo, estas cosas nos sirven para que después la gente no ande hablando mal. Le agradezco nuevamente, lamentablemente tengo que volar a una reunión. Por favor deje sus datos con mi secretaria para lo del pago.
Minutos más tarde, mientras Lorenzo se cambiaba en un cubículo del baño de hombres, escuchó la puerta abrirse y a dos hombres hablar mientras el agua del lavamanos corría:
- ¿Has visto que hemos salido en primera plana? "Hospital denunciado por 2 millones en items fantasmas. El administrador del hospital será investigado por desviación de fondos."
- Tranquilo hermano, ya sabes que está todo charlado y esas noticias causan revuelo unos días y luego todos las olvidan.
- Tienes razón, en vano me estaba preocupando. Además, casi todo estaba destinado a la sección infantil, pero como ahí hay pocos pacientes ni se va a notar.
El agua dejó de correr y Lorenzo escuchó cómo los hombres sacaban papel para secarse las manos.
- ¡Claro! Y con todo, seguimos siendo uno de los hospitales mejor equipados de la ciudad.
- Bueno, basta de hablar de macanas. Ahora lo importante ¿vas a ir al cumpleaños de la Gabi?
Ambos hombres salieron del baño y Lorenzo se quedó inmóvil. Le hubiera gustado salir corriendo tras ellos y... ¿salir y hacer qué? Un payaso como él no tenía la autoridad para hacer nada al respecto. Cerró los ojos y con los puños cerrados con fuerza respiró profundamente para contener sus ganas de gritar y golpear la puerta del cubículo en el que se encontraba.
Una vez afuera del baño, Lorenzo seguía sintiendo cómo le hervía la sangre, se sentía usado y engañado. Mientras caminaba hacia la salida del hospital, Lorenzo sintió arcadas y un desagradable olor a yodo e isodine.