Cuento "Buenas noches" escrito por Asra

16.01.2020
Cuento "Buenas noches" escrito por Asra
Cuento "Buenas noches" escrito por Asra

Te presentamos el cuento "Buenas Noches", creado por uno de nuestros escritores miembro del Club de Lectura La Paz.

"Buenas Noches" escrito por Asra

Recostaron su cabeza en la almohada, temerosos escudriñaron por última vez los sonidos de la noche y comprobaron que al fin el silencio les daba paz. El viento era solo el viento, la oscuridad solo albergaba la ausencia de luz. Toda esta quietud al fin les habría paso al descanso, al sueño que reparaba y del que ahora, ya que el mensaje fue enviado, podían disfrutar. ¿Cuántos mensajes se habían mandado? ¿Tanto ha pasado y cambiado que es difícil recordar para ambos? Sí. Recordaban la primera carta.

Mi muy excelentísimo Amo,

Al fin puedo garrapatear y deleitarme al saber que sus ojos se posaran en lo que intentan ser palabras. Estoy seguro que ese miserable aprendiz de hechicería me ha arrebatado mi muy merecida gloria. Sin embargo mi amado señor, debe desconfiar de ese inútil hacedor de encantamientos. Es cierto que llevó a nuestras hordas a las entradas de la brillante ciudad de Uk-da-mur. Pero ese mequetrefe inútil solo se habría estrellado con los muros insalvables si no fuera porque yó Slaf, el Grunt, abrí las puertas, drogué a los guardias y di la señal para el ataque.

La brillante ciudad de Uk-da-mur perdió su brillo y lo cambió por el hedor a sangre en su nombre. Gracias a que arriesgué mi pellejo, y recientemente mi cordura. Al saber que pronto su atención se posará en mi nombre, no puedo siquiera pensar en ocultar algo de lo sucedido, y debo admitir que no todo es obra mía. Pero ese aprendiz no puede llevarse crédito de nada, ya que nada hizo. Fue su maestro Strigoi, el moro, con sus artificios y su llamado "arte onírico" el que tuvo la idea de mandarme para esta delicada misión. Su flacucho aprendiz al que ni se molestaba en llamar por otra designación que no fuera la de imbécil, solo estuvo presente en el ritual y grandes son mis sospechas que su incompetencia fue parte de la muerte de Strigoi. Tan terrible fue que aún me da nauseas el recordarlo. Sus gritos, son uno de los tormentos que llevo ahora, pero no es el único. Las advertencias del maestro de lo oculto fueron muchas. Se me dijo que abandonaría mi cuerpo y con solo lo impalpable de mi esencia, podría fácilmente colarme en la ciudad. Tenía que ser rápido. Existen muchas cosas en los reinos de lo no visible, que es mejor no atraer. Pero para nuestras desgracias, más para la de Strigoi que mía, algo se asomó. Le dije a Strigoi, ya que me acompañó a este mundo, que escuchaba algo en el viento, pero el insistió que no hay viento en este reino, pero yo escuchaba viento. Podía jurar que algo olisqueaba el aire. El mago una vez más me increpó que tampoco había sonidos ni mucho menos olores, pero yo sabía lo que presentía.

Siempre he sido valiente, oh mi señor, me probé en el campo de batalla, adelante, repartiendo la muerte y buscándola. Pero ni la brutalidad de la guerra me preparó para lo que pasó a continuación. De la misma oscuridad, apareció esta criatura y puedo jurar que nos estaba olfateando. Con un sinuoso andar entró en la sala donde realizábamos el ritual, y pude ver en ese asqueroso pico el ansia de... no puedo llamarla muerte, esto era un paso más allá de la expiración. Era la aniquilación de la esencia, como le decía el mago. La palidez y el silencio de Strigoi me hicieron entender que estábamos perdidos. Me abandonó a mi suerte e intentó volver a su cuerpo físico. Pero la bípeda criatura, corriendo y dando brincos, lo alcanzó. Yo me quedé inmóvil viendo cómo, mientras su cuerpo físico se convertía en piedra y luego se desmenuzaba, su esencia era devorada. El mago gritaba en el mayor de los martirios. La criatura nos doblaba en tamaño y se movía como un ave pero carecía de plumas o pelaje. Mientras con las patas destrozaba a Strigoi, con el dentado pico le quitaba pedazos, y sin embargo, la muerte no le daba alivio. Creo que estuvo consiente hasta que el último rastro fue engullido. Mientras masticaba a su presa se oían, entre los gritos de agonía, una mecla de gorjeo de ave y risa burlona y sin parar de comer me miró con sus ojos enormes, negros, con su enorme pico hizo un ademán de olfatear profundamente en donde yo, completamente paralizado, me encontraba. Supe entonces que correría la misma suerte, y pensando solo en huir, mi mente se enfocó en la ciudad. Más rápido que cualquier criatura que conozca llegué a Uk-da-mur.

En la ciudad seguí el plan del mago. Me acerqué a un ser dormitando, el primero que encontré. Un niño humano, pero no importaba, casi podía escuchar a la criatura olisqueando el aire, acercándose, rastreándome. Le susurré al niño mi nombre, y me describí con todo detalle, cada parte y seña de mi cuerpo. No parecía oírme, pensé que sin la ayuda del mago todo sería inútil. Pero, cuando al fin se quedó dormido yo caí en el sueño también. Y al despertar, oh portento, Yo era el niño. Pequeño, débil, pero a salvo.

Cuando la ciudad fue tomada y los ríos de sangre corrían en muestra de victoria. Le reclamé al aprendiz mi cuerpo. Solo para encontrarme que había sido desechado. Y este imbécil no tenía la más mínima forma de trasladarme a otro más vigoroso. No me quedó más que someterme a mi nueva situación, teniendo que soportar los lloriqueos del niño, que en un rincón de su cuerpo, lamentaba su condición y la muerte de los suyos. Pero la pesadilla recién estaba dando inicio.

Una tarde mientras deambulaba por la ciudad comencé a escuchar en el aire, aquello que tanto temía. Y después en todo mi horror pude ver como la criatura paseaba por las calles, siempre olisqueando, buscándome. Como una criatura asustada y vencida me quedé quieto. Pasó por mi lado sin reconocerme, más grande que antes, o solo era pequeño el cuerpo del niño. A la luz de la tarde vi los colores brillantes en las escamas que recorrían su cuerpo, esas tres cornamentas que adornaban su cabeza y una cicatriz en la pata izquierda. Temblé al pensar qué inimaginable horror pudo herir a este espanto salido de las profundidades de lo incomprensible. Nadie más en la ciudad parecía verlo. Pero sin embargo algo hacia que se apartaran de su camino, como si un instinto primario los alejara. Mientras el horrible rastreador inspiraba fuertes bocanadas de "aire" en sus seis orificios, tres a cada lado de ese dentado y mortal pico. Yo recurrí a toda mi voluntad para moverme y alejarme. Pero la criatura erraba en la ciudad cada día, cada tarde, cada noche. Podía verla en las puertas de la ciudad, en el camino principal a la plaza, en la que fue la antigua casucha del niño. Definitivamente me buscaba. Decidí irme, huir donde nada me recordara todo este horror. Los lloriqueos del niño casi habían cesado, se quedaba inmóvil en nuestro interior. Creo que desaparecía. Al verme en un estaque pude reconocer partes de mis facciones. ¿Volvía a ser yo? Poco me duró la alegría. La mañana que pensaba partir, me desperté con el sonido del viento. La criatura estaba junto a mi cama mirándome con esos ojos negros, enormes y confundidos. La baba le choreaba por ese horrible pico. El niño sollozó en nuestro interior, prediciendo el final. La bestia pareció oírlo. Lentamente me levanté como si no la viera. Intenté calmar al niño. -Ven -le dije-, todo estará bien, tus padres te han dejado, todo lo que conocías desapareció, pero yo jamás te abandonaré. Sabes que es verdad, no podemos mentirnos. Quiero que sobrevivas, que mires nuevos amaneceres. Que disfrutes nuevas experiencias. -Se abrazó a mí y yo me abracé a él, era lo único que me mantenía vivo. Juntos, nos movimos lentamente y salimos de la habitación. Mientras la criatura nos estudiaba con la vista. No nos siguió, pero se quedó olisqueando la cama. Desde ahí somos un nuevo ser. Nos enseñamos nuestras mutuas diversiones estoy seguro que disfruta más las de Slaf el Grunt. Pero él sabe más que solaces entretenimientos. Sabe urdir, escribir y detenerse a pensar. Es nuestra inteligencia y nuestra ferocidad lo que nos mantiene vivos.

No voy a entretenerte más, antiguo señor. La bestia encontró la manera de seguirnos a los sueños en donde somos dos y no uno. Y por interminables noches de desvelo estuvimos al borde de la desaparición. Pero hicimos un último descubrimiento. La criatura puede saltar a los sueños de aquellos que la pueden imaginar. Solo tenemos que describirla cuidadosamente, y mientras ella acecha y mata a sus nuevas presas nosotros descansaremos para vivir otro día.

Ahora me despido, buenas Noches, al menos para nosotros...

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